Hace algún tiempo, abordamos el cambio de paradigma esencial en la Atención Temprana, diferenciando el Modelo Experto del Modelo Centrado en la Familia. Recordamos que este último implica dejar atrás el foco exclusivo en el “déficit” para situar a la familia y sus fortalezas en el centro del acompañamiento.
Sin embargo, la teoría es solo el primer paso. Para que estas Prácticas Centradas en la Familia (PCF) se implementen con éxito es crucial que los profesionales de Atención Temprana posean una formación especializada y robusta. En este contexto, la terapeuta ocupacional emerge como la líder natural o «capitán del barco» pues su base —la participación en la vida diaria (ocupación)— es inherentemente familiar y contextual.

Recientemente, también contábamos con la noticia tan esperada y necesaria de los terapeutas ocupacionales como parte de los equipos de Atención Temprana en la Comunidad de Madrid
Pero… ¿cuáles son algunas de las habilidades y conocimientos necesarios para una terapeuta ocupacional que le impulsen a asumir este rol de liderazgo en Atención Temprana y facilitar un cambio real y duradero en las rutinas familiares?
En primer lugar, saber cómo los adultos (padres, madres, maestras/os y cuidadores/as) adquieren nuevas competencias. Es aquí donde entra la Andragogía: el arte y la ciencia de ayudar a las adultas/os a aprender. La persona adulta está motivada a aprender si ve la utilidad práctica inmediata: la resolución de problemas reales en su día a día. Esto exige que la TO domine habilidades de coaching, colaboración, escucha activa e invite a la reflexión. Hay que olvidarse de solo “dar consejos”, el verdadero impacto ocurre cuando la familia, por sí misma, identifica y aprovecha las rutinas diarias para generar oportunidades de aprendizaje. Si quieres saber más sobre Andragogía
Otro pilar fundamental que justifica la necesidad de utilizar las PCF es el Modelo de Calidad de Vida Familiar y, por tanto, conocerlo es esencial para la terapeuta ocupacional. Este modelo propone que el éxito de la intervención se mide no solo por la mejora en las habilidades del niño/a, sino por si se satisfacen las necesidades de la persona y de la familia y si tienen la oportunidad de enriquecer las principales áreas de su vida. Dimensiones como el Bienestar Emocional, las Relaciones Interpersonales y la Autodeterminación son clave. Al adoptar este enfoque, el rol de la familia transita a ser colaboradora o eje principal, reconociendo que La TO tiene que asegurar que la intervención se alinee con las dimensiones reales de la calidad de vida de todo el sistema familiar.
Por otra parte, es de gran utilidad conocer herramientas concretas que nos permitan recabar información sobre la vida real de la familia:

Entrevista basada en rutinas: entrevista semiestructurada diseñada específicamente para identificar las rutinas diarias de la familia y el niño/a, las preocupaciones familiares y las fortalezas del niño/a dentro de esas rutinas. La EBR permite descubrir oportunidades de aprendizaje y cambios directamente integrados en las actividades de la vida diaria.

El Ecomapa es una representación gráfica de las relaciones que tiene la familia con su entorno comunitario y sus sistemas de apoyo externos. Ayuda a identificar recursos y apoyos formales e informales (escuela, amigos, servicios, grupos religiosos, etc.). Es fundamental para entender las presiones externas y las posibles fuentes de apoyo social que pueden facilitar el proceso de intervención.

El Genograma es un mapa visual de las relaciones y la estructura familiar interna (al menos tres generaciones) que también permite conocer acontecimientos familiares importantes, como fallecimientos. Esto ayuda a la TO a comprender los patrones intergeneracionales de relación, las alianzas y las dinámicas internas, prever posibles factores de estrés familiar y buscar al mayor recurso de apoyo (la familia). Autoría: Dr. Miguel Ángel Suarez Cuba.

La RAMP (Guía para la Evaluación de la Participación Significativa) es una herramienta de evaluación que busca identificar y analizar oportunidades, basándose en los intereses del niño/a, para así promover el desarrollo infantil y la participación. Realiza un análisis de la actividad o de la tarea ocupacional dentro del contexto y, gracias a este análisis, se podrá determinar junto a la familia dónde, cuándo y cómo se pueden introducir las estrategias de apoyo para maximizar la participación del niño/a.
La MEISR (Measurement of Engagement, Independence, and Social Relationships) es una herramienta de evaluación que se centra en medir la Participación, la Autonomía y las Relaciones Sociales del niño/a en las rutinas diarias. Sirve para establecer una línea y recoger los resultados de la intervención en términos de participación, más allá de las habilidades del desarrollo aisladas.

En resumen, la figura de la terapeuta ocupacional en Atención Temprana es clave en las Prácticas Centradas en la Familia por su enfoque inherente de impulsar la participación. Este cambio que identifica a la familia como motor principal exige dominar la Andragogía y enmarcar los resultados de la intervención teniendo en cuenta la Calidad de Vida Familiar. Las herramientas mencionadas son de especial utilidad para pasar del «déficit» al «contexto» y establecer objetivos funcionales y significativos para todo el sistema familiar.
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